Recordemos ésto, la ira, al final, nos daña a nosotros.
«La ira es un ácido que puede hacer más daño al recipiente en la que se almacena que en cualquier cosa sobre la que se vierte». Séneca.
Estamos operando. Entramos una operación que encaja con nuestro trading plan. Y por el motivo que sea, nos salta el stop. Nos resignamos, esto es el mercado, probabilidad e incertidumbre. Nos tranquilizamos y seguimos dentro del mercado, observándolo por si nos da otra oportunidad. La vemos y la operamos. Al cabo de un rato, otra vez nos salta el stop y empieza a generarse…
Esto ya no lo aceptamos, dos entradas que eran correctas 100% y han fallado. La ira se ha encendido y empieza a actúar. Ahora volveremos a entrar y ya verás como no fallará, vamos a vengarnos del mercado que nos ha hecho perder dos entradas que eran buenas.
Y como estamos bajo el mando de una emoción, el desenlace de este día puede ser muy catastrófico. La ira ha tomado el control de nosotros y ahora la que opera es ella.
Y como dice Séneca, la ira al final hace más daño al recipiente donde está almacenada que a dónde la vertimos. El mercado se queda totalmente indiferente con el ataque de nuestra ira, incluso para él mejor, más contrapartidas, más dinero en movimiento. Pero nosotros, que somos el recipiente, recibiremos todos sus golpes. Golpes morales, emocionales y económicos.
Mantengámos a la ira alejada de nosotros y evitaremos sus daños. Hemos de pensar, primero, que no soluciona nada, todo lo contrario, y segundo, que no podemos operar bajo el mando de ninguna emoción.