En esta vida, cuando las cosas nos salen mal, tendemos a buscar las culpas alrededor nuestro y cuando salen bien, rápidamente nos ponemos la medalla.

Nos cuesta asumir la responsabilidad de nuestras propias actuaciones y toma de decisiones.

Y claro está, en el trading, también sucede.

 

 

Lo podemos ver incluso en nuestros inicios. Si nos hemos formado en alguna academia y ésta no nos ha llevado a la consistencia, como si solo con eso bastara, la culpa es del centro de formación.

Más de una vez recibo mensajes de chic@s quejándose de que tal o cual academia le han estafado. Evidentemente, puede que esto haya ocurrido en alguna ocasión, pero la mayoría de veces, el problema viene de las expectativas que uno se haya creado. ¿De verdad esperamos que, solo recibiendo formación, ni que sea de un año, ya conseguiremos resultados regulares? ¿O esperamos que el sistema de tal persona nos lleve él solito a tener beneficios día sí y día también?

¡Si esto fuera así, no existirían más profesiones en el mundo! Aquí hay que currárselo mucho, siento decirlo.

Por otra parte, en algunas ocasiones somos nosotros mismos que nos buscamos los problemas. ¿Ya sabemos dónde nos formamos? He obtenido formación de tres centros, principalmente, todos ellos me han hecho mejor trader, pero ninguno por si solo me ha hecho consistente. Eso sí, todo han sido experiencias positivas.

¿Acaso no somos responsables de elegir un buen centro de formación?

Muchas veces escucho y leo por redes, que tal recomendación de compra de un valor de tal persona, le ha hecho perder X euros.

Dejando a un lado que el mercado es impredecible y los analistas adivinos no son, nosotros como seres racionales, tenemos la capacidad de tomar decisiones. Claro está, si uno escucha una recomendación de inversión y se lanza al mercado a comprar sin ni siquiera saber ni lo que está comprando, ¿quién tiene la culpa?

Pero otra vez, diremos aquello de “nos han engañado”, “me recomendaron comprar x y mira lo que ha pasado, no te puedes fiar, …”.

¿Y nuestra capacidad de discernir?

A veces, incluso sin la actuación de terceras personas, ¡buscamos culpables en algo que no tiene vida propia!

Culpamos al mercado de que una operación entrada acabe con un resultado negativo y nos haga perder dinero, más de lo que deberíamos haber perdido según nuestro capital disponible, todo por culpa de la guerra comercial, de un tweet de Trump, del Brexit, … siempre hay un culpable, pero nunca somos nosotros.

¿Acaso alguien nos obligó a tomar la posición? ¿Y alguien nos obligó a arriesgar un porcentaje tan elevado de nuestro capital? ¿No sería la avaricia la que tomaba la decisión?

Hemos de asumir las riendas de nuestras decisiones y tomar la responsabilidad de aquello que decimos y hacemos. En el 90% de los casos, somos los únicos responsables de las consecuencias de aquello que nos sucede y si las cosas salen mal, nosotros somos los que hemos tomado esa decisión.

No podemos culpar la falta de conocimiento, porque hoy en día medios hay para averiguar lo necesario sobre cualquier persona, operación … otra cosa es que, movidos por la codicia, queramos no tener ese conocimiento.

No podemos culpar la capacidad de convicción de alguien, porque somos capaces, si queremos, de poder intuir lo que es sincero y lo que no o como mínimo, ponernos un poco en alerta para obligarnos a confirmar en la mayor medida posible, la información recibida. Otra cosa es que no nos interese saberlo.

Cuando operamos en el mercado, una de las causas de buscar siempre culpables a los resultados de nuestras decisiones, es el hecho de no tener un esquema claro de cómo debemos operar. Si trabajamos bajo un sistema de trading concreto y detallado, con todos los parámetros de la gestión del riesgo definidos y coherentes, ante una operación perdedora, no nos sentiremos tan movidos a buscar culpabilidades, porque racionalizamos la toma de decisiones en base a unas reglas y llegaremos a aceptar la esencia del trading, que trabajamos en un marco de incertidumbre y de probabilidades.

Si tenemos esta tendencia a señalar culpables en todo lo que nos ocurra, excepto en lo que nos salga bien, valdría la pena hacer una reflexión y un auto análisis, para detectar qué nos falta, para comprender que solo nosotros somos los responsables, en la mayoría de ocasiones, de nuestro destino.

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